Hoy nuestro avión viaja a Irán, un país del cual
hemos hablado varias veces, sobre todo de la obra de Asghar Fardadi
sin embargo cuando se habla de Irán se debe hablar del que es sin duda otro de
sus genios Abbas Kiarostami, del cual sin duda hablaremos con creces cuando le
dediquemos al cine Iraní su semana especial algún día. Pero por hoy nos vamos a
limitar de hablar de "Taste of Cherry" la que quizás es una de sus
obras más complejas.
"Taste of Cherry" es una película muy
simple, un hombre, interpretado por Homayoun Ershadi ("The Kite
Runner") un modernamente rico hombre, quien anda en su carro por las
afueras de Teherán buscando un hombre que lo ayude a suicidarse. Esa es toda la
película, el en su carro parando a la gente en diferentes lados, de diferentes
etnias, de diferentes mentalidades y edades, tratando poco a poco de ver si
serían capaces de ayudarlo en esa difícil labor. Una película extremadamente
compleja, por momentos hay risas de la absurdidad de las conversaciones, de la
ligereza con la que el protagonista pregunta por ahí, a veces se vuelve
interesante, ya que en esas conversaciones banales se logra apreciar de lleno
la sociedad iraní y sus conflictos internos. Pero sobre todo lo que queda de la
película es una sencasion de tristeza total, de una que no se puede explicar,
pocas veces he salido de una sala de cine (la vi en un festival recientemente)
con tal tristeza de lo que venía de ver, y eso sin duda es el signo de una obra
maestra, lograr trasladar el sentimiento oculto de su personaje principal al
espectador casi que de manera desapercibida.
Cuando se lee sobre esta película lo primero que
puede aparecer es que es una película minimalista, y con mucha razón, su
historia necesita poco para pasar su mensaje, es normal tener secuencias que se
limiten a mostrar el paisaje montañoso y árido que rodea la capital persa, se
siente como algo real, como su fuéramos un copiloto silencioso mirando las
caras de las personas y preguntándoles si necesitan dinero. Es tal esa
sensación de realidad que Kiarostami utiliza uno de sus trucos habituales (sus
fans sabrán de cual hablo) para recordarnos que lo que vemos es ficción, que
esta desolación que sentimos al ver esta odisea sin monstruos, esta batalla que
se libra en el alma y no en los mares del egeo, se debe quedar en la sala, casi
como un reto. Que ese sabor de cereza al que sabe la nostalgia debe ser tan solo
para nuestro protagonista y que el espectador debe seguir como si nada, como si
no lo hubiera chocado un tren en movimiento. Sinceramente esta película
merecería recibir un 10/10 de nuestra parte, pero seremos bastante duros con
ella, de la misma forma que ella lo es con el alma de su espectador.
Nota 7,75/10
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